La filosofía de pain: paz y dolor en naruto shippuden.

Dager
8 min readSep 2, 2020

Antes que nada, si te interesa ver/escuchar este artículo, está publicado (con ligeras modificaciones) en forma de video.

Introducción.

Cuando me topé con Pain por primera vez, mi impresión fue la de cualquier adolescente posmoderno, soberbio y agobiado por el sinsentido: meh, un personaje oscuro, poderoso y estéticamente bien logrado; otro de tantos. Ese agrado no es infrecuente en Naruto: no es el primero ni el último personaje que combina estos elementos. Hay villanos que desde un primer momento se sienten puestos a dedo, construidos a partir de la intención de tener a alguien del otro lado. Esos suelen ser más bien pobres de contenido, a menudo unidimensionales, malos por ser malos o poco más. En el caso de Pain, el trasfondo de su taciturna apariencia es mucho más que un adorno para la villanía. La motivación detrás de este individuo excede la mera justificación narrativa del antagonista de turno. Con Pain recibimos un personaje no sólo dueño de un hondo contenido dramático, sino también guiado por una formidable concepción filosófica.

Trasfondo.

Para entender un poco mejor a Pain, es menester darle un vistazo a su historia. Hay numerosas fuentes de información, no pretendo saturar con otro resumen lvl 5. Bástenos entender que detrás de los seis cuerpos de Pain está Nagato, que posee el Rinnegan (léase, tiene superpoderes místicos) y tuvo una historia trágica. (Nota: a partir de ahora voy a usar Pain y Nagato en forma intercambiable.) Sus padres fueron asesinados, vagó junto a Konan y Yahiko desde temprana edad y, lo más importante, conoció de frente al dolor, la miseria y los estragos de la guerra. El detalle es bastante terrible, porque historias como la de Nagato no son imposibles en la vida real, obviando el aspecto fantástico. Realmente, en este argumento la serie se vistió de realismo mágico para darnos un relato plausible en cuyas aguas turbias podemos ver reflejada una versión fantasiosa de nuestro mundo y el karma que es la guerra, el absurdo del genocidio institucionalizado.

Pero digresiono.

Como fuere que fuese, en virtud del Rinnegan, Nagato se propone traer paz al mundo. Obviamente, no por vías de la prédica o haciéndose monje tibetano, sino a través del dolor. Esto nos lleva de plano a su ideología, que podemos sumarizar rápidamente como la búsqueda de la paz por vías del temor. ¿Temor a qué? A las arañas. No, chiste, al dolor.

La ideología en contexto.

En uno de los discursos más imponentes de la serie, después de haber destruido Konoha, Pain pone ante Naruto una magnífica relativización de la noción de justicia: ¿cómo es justo que solamente tu gente pueda hablar de justicia? El destino de los seres queridos de Nagato fue el mismo que el de la aldea de Naruto. Esa misma destrucción, ese mismo dolor es moneda corriente en las naciones periféricas, que son usadas como campo de batalla para defender intereses foráneos. Cuando se calman las aguas en las grandes naciones, cuando los mandatarios lucen sus laureles en desfiles, se condecoran mutuamente y los pueblos hegemónicos cuentan el botín de la hazaña, la miseria sobreviene en las víctimas últimas del evento: los civiles, pueblos enteros arrasados, abiertos, usados y desechados a su suerte sin ningún miramiento. (¿Suena familiar?)

De entre los escombros de esta violencia solamente puede surgir el deseo de venganza, dice Pain; del mismo modo que ahora Naruto, ante la realización de esa venganza que es, para Pain, la encarnación de la justicia, solamente puede responder de un modo: con venganza. Como la guerra misma, este revanchismo perpetuo no tiene ganadores.

La exposición de Nagato es calma y certera y corta como un bisturí la emotividad de Naruto, que se ve sensiblemente afectado por la repentina humanización de su contrincante. No: Pain no es un villano cliché, no le va a dejar las cosas tan fáciles a nuestro héroe. No hay carcajadas malévolas ni estertóreas declaraciones de un plan de dominación mundial en virtud de intereses privados. Nagato entiende que el modo en que está planteado el mundo ninja no permite vislumbrar un fin pacífico, es inviable, no hay salida mientras el método siga siendo acumular venganzas. Y con melancólica decisión y paso firme se propone corregirlo.

Pain descarta la posibilidad de un acuerdo espontáneo o voluntario de parte de las personas: “las personas son estúpidas”, dice. Bajo esa lupa, se hace claro que la única salida es darse la cabeza contra la pared. El escarmiento sólo puede derivar de la experiencia palmaria del dolor, y el inherente temor a esa experiencia. Pero mientras el dolor venga de un par, se mantiene lo que Pain llama el “ciclo de odio”, que abstrae la idea de que la justicia es un camino de mil direcciones. Mientras el hombre sea dejado para resolver sus problemas con sus pares, un daño conducirá a la retribución, porque siempre podemos responder, y guiados por la justicia prostituida al mejor postor, todos se harán daño los unos a los otros, dejando víctimas residuales, que perseguirán ciegamente el mismo fin, la misma reivindicación de su visión de la justicia.

El problema es claro: el dolor no puede venir de una entidad humana, porque entonces conduce a la venganza. La cadena tiene que ser interrumpida y no puede serlo por un hombre, no puede cortarse horizontalmente, porque cualquier acción horizontal (al mismo nivel de las demás), se convierte de inmediato en otro eslabón en la cadena de odio. La solución es igualmente clara: debe haber una instancia de poder que corte verticalmente la cadena. Un poder supremo, no susceptible de provocar venganza alguna, no por razones morales, sino por ser inalcanzable.

La teoría es semejante a la doctrina del enemigo común, que la historia ha visto repetirse a menudo. La idea en esta visión es que fuerzas disímiles pueden conjugarse por la identificación de un mal mayor, al cual todos tienen interés en evitar. Un ejemplo clásico es el de las pólis griegas, que se unieron bajo el mando ateniense para combatir la amenaza persa en las guerras médicas. ¿Te acordás de 300? Bueno, eso. Un ejemplo más cercano a mis pagos argentinos sería la de los radicales y compañía contra el Partido Autonomista Nacional, a fines del siglo XIX y comienzos del XX. La constante es que grupos que no necesariamente coinciden pueden verse forzados a coincidir por la presencia del enemigo común.

Si bien es parecida a esta figura política, la doctrina de Pain apunta a producir una enemistad pasiva. Pretende que los hombres sean unificados bajo una comunidad de dolor, dolor que les enseñe a temer a todos por igual. Es decir, no hablamos de producir la sensación de un fin común, sino de liso y llano sometimiento a una fuerza imbatible que aplaste a todos por igual. La igualdad es un concepto curioso, en tanto puede conseguirse por vías muy distintas. Podemos ser iguales todos en el mismo cielo; o podemos ser iguales todos bajo la misma suela. Adelantándose a los hechos, Pain propone que los hombres volverán a olvidar el fundamento de su dolor: al cabo de unas décadas, se va a diluir el efecto de impacto y renacerá el belicismo. Entonces debe aparecer nuevamente, como recordatorio atroz, el dolor supremo, bajo cuya ala se reagrupen las voluntades a la espera de la próxima amnesia y el próximo pisotón.

Una visión tétrica, pero sumamente entendible y muy interesante.

La ideología fuera de contexto.

Pain reconoce implícitamente que el único punto de unidad indubitable entre los hombres es la sensibilidad. Aunque él habla del dolor, podemos extender la idea a la experiencia sensible en suma. La empatía, para Pain, sólo puede lograrse en primera persona; el único modo en que podemos entender al otro, es mediante sentir lo que él o ella siente. Lo que Pain le hizo a Konoha es un experimento particular de esa misma idea: Naruto es forzado a sentir lo que Nagato sintió; y si bien hay una explicación, un argumento, el quid de la exposición no son las palabras, sino el hecho en sí: la aldea destrozada, los seres queridos muertos y los vínculos rotos. Antes que nada, dice Pain, para que nos entendamos, tenés que sentir lo que yo sentí. Por eso no hay intento de razonar con el pibe Uzumaki hasta que no está tirado y aparentemente vencido. — Recién cuando ambos experimentaron lo mismo, Pain tiene sustancia para dialogar en igualdad de condiciones con Naruto.

Pero así como está dado, el accionar de Pain es simplemente otra venganza más para el historial, y solamente va a provocar una nueva revancha. Por eso enfatizamos en que el dolor tiene que venir de algo superior, no puede ser un acto individual o pasional. Creo que el hecho de que Nagato esté despersonificado a través de los Seis Caminos (los cuerpos que controla) es muy relevante para este punto: el dolor tiene que ser de una fuente omnímoda e impersonal, que, como dijimos, no habilite la venganza, sino la sumisión colectiva de la humanidad.

Éticamente, Pain nos dice que la única forma de que realmente comprendamos lo que no tenemos que hacer, es por vías de que nos lo hagan. Esa experiencia personal de lo indeseable es el fundamento de su indeseabilidad. En rigor, las leyes generalmente tienen esa base, sólo que en forma indirecta: asumimos una reciprocidad hipotética; es decir, imaginamos qué nos resultaría doloroso y no lo hacemos a los demás; o, para ponernos kantianos, postulamos cómo nos gustaría que nos trataran y tratamos a los demás de ese modo, en expectativa de que, con esa misma guía, el resto nos trate como deseamos. Nuevamente, para Pain esta empatía indirecta no es posible: los hombres no pueden ponerse de acuerdo, y solamente pueden hacerse con la idea de la justicia cuando es pasional, guiada por el odio.

¿Pain es utilitario?

Se ha dicho que Pain es utilitario, particularmente a propósito de la reconfiguración del utilitarismo que hacer J.S. Mill.

Para sintetizar bruscamente, el utilitarismo original se lo debemos a Jeremy Bentham. La idea es que los actos tienen que medirse en función de la utilidad; es decir, cualquier decisión tiene que ser guiada por el criterio de generar el mayor bienestar para la mayor cantidad de gente. Mill, alumno suyo, expande y explica el criterio, pero mantiene la postura de que el fin último debe ser la utilidad, entendida como la satisfacción, el bienestar o felicidad. La noción se puede aplicar, pero no tanto por el trasfondo hedonista, sino para la idea de que el fin justifica los medios; o, mejor, siempre y cuando nos den los números bien y maximicemos la felicidad, está todo permitido.

No me queda claro si Nagato realmente utiliza un criterio pseudoaritmético como el utilitario (es decir, si resuelve la justificación de un acto con el sumatorio del beneficio de todos los beneficiados menos el sumatorio del daño de todos los damnificados por un acto. Pareciera que sí, o por lo menos cree que el balance es positivo; está convencido de que el dolor esporádico a cambio de una paz momentánea es un buen trato. Podría ser que no haya realmente una matematización o incluso una racionalización de ningún tipo detrás de la elección de Nagato. El personaje está traumatizado. Tranquilamente podría ser su perspectiva un acercamiento patológico a la idea de la paz como fin último. “El fin justifica los medios” no siempre implica una elección concienzuda del fin ni una elaborada evaluación de éste contra los medios. Más seguido pasa que se deifica un concepto, se eleva una noción a un pedestal y se dogmatiza la justificación. Probablemente Nagato esté guiado por esa clase de finalidad emotiva más que por una cruda racionalización matemática de sus actos.

De cualquier modo, el personaje no deja de ser muy interesante y su exposición valiosa. Me encanta cuando la ficción rompe su encierro fantasioso y nos permite cuestionar aspectos de la realidad, sin dejar de ser una historia entretenida en la superficie.

Jaja salu2.

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